Los ojos de Taylor | Opinión de David Moreno
Solo he ido al Bernabéu tres veces: para ver a Beckham, para acompañar a mi sobrino Óscar al museo y el miércoles para disfrutar del directo de Taylor Swift.
No me encantan los conciertos en estadios, salvo si estoy en las primeras filas. No tenía pensado ir, pero, de casualidad, a última hora y por los pelos, un buen amigo tuvo el gesto de darme la oportunidad de escuchar Shake It Off en directo.
Entré en el Santiago Bernabéu cuando solo faltaban tres minutos para que comenzase el espectáculo. Conseguí un buen sitio en la pista delantera a la altura de una de las esquinas de la pasarela más imponente que nunca he visto en un concierto y esperé con ganas hasta ver con mis propios ojos a la novia de América, que ya es novia del mundo entero.
Sigo su carrera desde que era una promesa del country, me flipan sus composiciones, tengo alguno de sus discos firmados y disfruto en casa escuchando sus canciones pero nunca he sido fan… Hasta el concierto.
Los que hemos podido ver, oír y disfrutar de Taylor en directo somos muy afortunados porque en el estadio del Real Madrid vivimos algo de otro mundo: perfecta en cada nota. Actriz infalible de actitud divina. Con una comunicación extraordinaria con su público. Con ritmo. Con todos los sentidos puestos sobre las tablas. Con arte en cada metro cuadrado. Con emoción, desbordante talento y una manera de caminar sobre el escenario digna de Naomi Campbell. ‘Mocatriz’ en todos los sentidos y con una mirada que embelesa y cautiva en cada pestañeo.
No es Beyoncé ni Madonna. No me emociona como las Spice pero no lo necesita porque es todo eso y más. Fue única. De verdad.
La próxima vez que regrese al Bernabéu será para ver a Aitana. Estaba sentada a mi lado. Cantando, bailando y tomando buena nota de lo que podría llegar a hacer. Verla tan emocionada y visualizándose allí también fue magia.