Aquel día que Michael Jackson actuó en TVE y se idealizó en la memoria colectiva

 Aquel día que Michael Jackson actuó en TVE y se idealizó en la memoria colectiva


«Se acuerdan ustedes de cinco negritos que fueron diez veces número uno antes de terminar el colegio«. 3 de febrero de 1979, Silvia Tortosa presenta en el Estudio 1 de TVE en Prado del Rey a The Jackson 5 cuando habían resumido su nombre a The Jackson, a secas.

Aquella entradilla del guionista de Aplauso ya describe una época sin necesidad de sobreexplicar nada más. En aquel plató de cortinas correderas, luces parpadeantes, baldosas luminosas y una gran lámpara de araña colgada del techo, también iban a cantar en este día artistas como Núria Feliu, Fausto Leali, Judy Cheeks, Shades y Rosalía. Nuestra primera Rosalía, la que ganó el Festival de Benidorm de 1963, la de «soy tan sólo una muñeca que no sabe de amor». 

Pero aquel sábado tarde, la memoria de España se quedó atrapada en Michael Jackson. Enfundado en un mono celeste primero y otro rojo después, pasó como una estrella fugaz por delante de los ojos de una sociedad que sólo disponía de una única oportunidad para ver a sus ídolos en el programa musical de turno.

Todavía en casa no se habían popularizado los grabadores de vídeo, así que había que conectar con la tele y esperar a descubrir qué intérpretes nacionales e internacionales asomaban por la cadena pública. Ni ir al baño se podía o cuando regresaras quizá te lo hubieras perdido sin posibilidad de rebobinar.

Era la tele del nervio del visionado efímero. Era la tele en donde no era habitual danzar al ritmo de Michael Jackson. Quien más tarde se alzaría con el título del Rey del Pop hasta se mezcló con las fans españolas, que subió al escenario. Él, dando un paso al frente de sus hermanos. Él, dando un paso al frente en el recuerdo del público, que se quedaba imaginando una actuación que sólo pudo disfrutar en un instante.

Tras la emisión y durante los días siguientes, la memoria del espectador realizó su trabajo: revivía la actuación y la moldeaba a las expectativas de la fantasía de cada uno. La realidad se hacía ensoñación. Michael Jackson brillaba todavía más. Ahora ya sabemos que siempre podemos encontrar a nuestros artistas con sólo un clic, incluso podemos encontrar este viejo mini concierto de The Jacksons en RTVE Play y Youtube. La liturgia de encender la tele no requiere tal concentración. De hecho, la tele ni se ve sólo por la tele.

Qué paradójico, y qué lógico: en el tiempo que podemos consumir las actuaciones de los artistas tantas veces como queramos, olvidamos más que antes porque no nos hace falta retenerlo tanto en la cabeza para revivirlo. Siempre pensamos que alguien lo colgará. Esperemos que eso no merme la capacidad de imaginar. O, entonces, la estrella fugaz no se transformará en inspiración, sólo en mera evasión.



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