El periodismo es mirar de frente

 El periodismo es mirar de frente


El trágico incendio de Valencia ha vuelto a poner a debate el modus operandi de los medios de comunicación. Casi todas las televisiones emitieron en directo la tensa espera de dos personas atrapadas en uno de los balcones del edificio ardiendo. Y algunas críticas brotaron en las redes sociales: ¿es necesario mostrar tal grado de desesperación? ¿Aporta algo informativamente? ¿No lo queremos ver, pero a la vez por qué lo estamos viendo? Hay preguntas que son difíciles de contestar.

Un debate que siempre surge a la hora de informar pero que, también, delata cierto infantilismo que olvida que el periodismo no es mirar para otro lado cuando sucede una tragedia. El periodismo es mirar de frente. O nos quedaremos insensibilizados.

La gente debe ser consciente de lo que está pasando y los programas informativos deben mostrarlo. Con tacto, sin aplausos. Sí, porque en algún magacín hubo aplausos fruto de la emoción de cuando el rescate retransmitido en directo se hizo efectivo y puso a salvo a las dos personas atrapadas. Esa ovación espontánea a los bomberos, mientras el edificio ardía con desaparecidos en su interior, también retrata cómo a veces nos cuentas diferenciar información de espectáculo, pues todo lo que vemos a través de la pantalla lo “consumimos” casi como un reality show.

“Consumimos” es una palabra clave. Ya que consumimos más que observamos como espectadores críticos, y por eso es fácil caer en la ofensa visceral ante aquella realidad que no queremos ver. Y culpar a los medios de comunicación por ello. Pero la labor del periodista en una tragedia es enfocar hacia lo que está sucediendo para que seamos conscientes.

De hecho, La 1 de TVE optó por ir contracorriente y mantener el concurso El Cazador y el canal perdió seguimiento porque la audiencia quería ver qué estaba pasando en el edificio. En este sentido, al final, la mayoría de las emisiones del incendio de Valencia, hasta las más arrevistadas, terminaron dando algunas herramientas útiles al espectador para saber cómo actúan los bomberos y qué hacer en situaciones de estas características a través de expertos en la materia. El problema es cuando no hay expertos y, como consecuencia, los colaboradores habituales se agarran a la emoción instantánea. Entonces, la información se transforma en especulación y nos podemos quedar apresados en lo que impacta sobre lo que importa. 



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