Instagram y TikTok, el negocio televisivo perfecto
Las ‘stories’ instantáneas de Instagram, esos vídeos cortos que desaparecen a las 24 horas, fueron la gran idea de Instagram para retener al usuario en la plataforma. Ya no bastaba con ser un álbum de fotos, había que crear una dinámica que obligara a entrar constantemente a la plataforma.
Así los seguidores han interiorizado que si no interactúan cada día (y casi cada hora) dentro de Instagram se van a perder mucho de aquello que están compartiendo amigos y admirados. Pero tampoco es suficiente con dar la posibilidad de compartir vídeos propios. Hay que crear más elementos que enriquezcan la adictiva experiencia de uso de la red: filtros, emoticonos, máscaras y la posibilidad de incorporar canciones hacen más creativa la aplicación.
Los efectos especiales, grafismos y toda la música disponible en Spotify son sencillos de utilizar para que el usuario aderece sus vídeos sin demasiado esfuerzo. De esta manera, se incentiva aún más que el instagramer no cese en grabar y colgar multitud de contenidos de su vida cotidiana, ya sea para compartirlo al momento, sorprender a sus followers con una vida de ensueño y postureo o incluso para ligar con otras personas activas en Instagram.
La persona que tiene un perfil en Instagram ya no sólo es un usuario, es un centro de emisor que nutre de motu propio la red social en la que se comercializa una rentable publicidad. Anuncios que son segmentados por los intereses individuales de cada miembro, que va dejando rastro sobre sus gustos en cada una de sus búsquedas e interacciones. También sucede en TikTok, la red de más auge entre los más jóvenes.
Con estos mimbres, estas apps sociales han conseguido el sueño más rentable que nunca logró el directivo de una cadena de televisión: no tener que invertir en contenidos, ya que quien los crea es el propio espectador-consumidor. Y gratis. A cambio de dejarnos la plataforma, la compañía solo tiene que monetizarlos con publicidad.
Son las actuales formas de entretenimiento, donde el espectador de a pie ya no sólo es consumidor ahora, además, es el propio productor de los contenidos. Incluso las celebrities comparten su existencia a golpe de filtro. Los posados exclusivos por los que la revista ‘Hola’ pagaba millones, Instagram los consigue sin pagar nada. Todos nos hemos rendido a la experiencia de la red social. Todos somos un rentable escaparate. Rentable sobre todo para otros, que hacen el dinero con la huella de nuestra información y nuestros vídeos mientras nosotros nos conformarnos con creernos protagonistas de un puñado de likes.