La ESMA, Museo de la Memoria. Aquí, la DGS no tiene ni una placa
Hoy terminé «La llamada», un retrato perturbador de una joven argentina embarazada secuestrada en 1976 por la dictadura militar y liberada al cabo de año medio de torturas y violaciones en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) que hoy es Museo Sitio de Memoria. Aunque se repite un poco en la segunda mitad de su obra, la periodista Leila Guerriero hace gala de una buena literatura con sensibilidad y rigor extraordinarios. La recomiendo. La ESMA es hoy un Museo que recuerda las torturas de los militares argentinos. La DGS (Dirección General de Seguridad), su hermana franquista, donde hoy tiene su despacho la presidenta Ayuso, ni siquiera tiene una placa en su fachada como homenaje y memoria de los torturados allí por la Dictadura de Franco. Cuando cruzo la Puerta del Sol aún siento el recuerdo escalofriante de ese siniestro lugar. Pero los del PP (no todos) quieren pasar esa página trágica de nuestra historia sin haberla leído. Prefieren no saber. Yo prefiero recordar a Luis Cernuda: «Recuérdalo y recuérdalo a otros». Y a Primo Levi, superviviente de un campo nazi: «Ocurrió. Y puede volver a ocurrir».