Ramón García lo hizo todo antes

 Ramón García lo hizo todo antes


Ramón García ya enseñaba la trastienda de la tele cuando los más puristas intentaban que no se viera ni un solo cable. Ramón García ya animó a hacer la rima popular en aquellas campanadas a 2005. No había redes sociales, aunque por sms se creó un boca a boca para intentar que España se pusiera por una vez de acuerdo y gritara al unísono: «Por el…».

Ramón García hasta ya saludaba desde la Puerta del Sol a las otras cadenas de televisión o a los trabajadores esenciales de una noche con doce uvas en la que todo el mundo parece estar de fiesta. Pero no.

Ramón García ya ponía a jugar a los artistas internacionales que venían de visita a sus programas. Entonces, era más impensable sacar a grandes intérpretes de sus protocolos reputacionales. No fuera a ser que protagonizar una travesura restara prestigio en la sociedad de las apariencias. Sin embargo, en ¿Qué apostamos? lo mismo vimos participar en gags a Catherine Deneuve, que a Sophia Lorem, que a Cher, que a Chiquito de la Calzada. Era la televisión que sabía que en mezclarse está la gracia. Y el enriquecimiento.

Ramón García incluso ya rompió la cuarta pared del balcón donde TVE celebra el fin de año, cuando simularon que Ana Obregón lanzaba su mítica capa a la plaza repleta de gente. O cuando saludaba, junto a Raffaella Carrà, a un nudista que se había quitado toda la ropa para bañarse en las fuentes del kilómetro Cero. Y Ramón García ni siquiera se sentía revolucionario por ello. Sabía que probablemente alguien todo lo había intentado antes. Porque Ramón García aprendía de donde venía para seguir creciendo. Ramón García miraba a Raffaella con la curiosidad de la admiración. Ella llevaba décadas saliendo con las cámaras por los pasillos de la tele. Ella llevaba años y años poniendo a sus invitados a jugar. Como en España antes también ya lo hizo Jesús Hermida o María Teresa Campos o Paloma Chamorro o Chicho Ibáñez Serrador o Valerio Lazarov o Rosa María Sardá o había empezado a hacer Emilio Aragón.

En cambio, ahora parece que todo es nuevo todos los días. Así nos sentimos los más protagonistas de lo que vemos. Aunque solo se evoluciona de verdad cuando comprendemos de quiénes venimos, cuando descubrimos quiénes abrieron caminos antes que nosotros. La vida es una carrera de relevos, en la que siempre recogemos el testigo de alguien. La vida es un deporte en equipo. Quizá así entenderemos tantas cosas. Hasta nos percatemos de que no somos tan modernos como nos autoconvecemos. Pero esto también lo habrá reflexionado Ramón García antes. Porque, esta claro, lo ha hecho prácticamente todo antes, sin necesidad de creerse el primero. 



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