Los otros perjudicados por la línea 11 del metro
Dice el refrán castellano: «Dime de qué presumes y te diré de lo que careces». Tanto Ayuso como Almeida se dan múltiples golpes de pecho justificando lo mucho que defienden la economía y el comercio. Sin embargo, cuando llega la hora de demostrarlo, hacen justo lo contrario.
Podríamos recordar esa ley de liberalización de horarios que empujó a la ruina y al cierre de miles de pequeños comercios, pero no hace falta tirar de hemeroteca cuando tenemos ejemplos más recientes. La ampliación de la línea 11 del metro, en la zona de Delicias, ha sumido a comercios, bares y restaurantes en una situación extremadamente crítica. Era agosto de 2024 y, de un día para otro, sin previo aviso, comerciantes y hosteleros se encontraron con una valla en sus aceras y fachadas, con su calle convertida en un fondo de saco o con una hormigonera en la puerta de su negocio.
Eso se ha traducido en una reducción de facturación de más de un 40%. Algunos ya han cerrado, y otros, si no se toman medidas, lo harán en breve, como la dueña de una floristería que adelantará su jubilación dos años llevándose consigo ocho puestos de trabajo.
Las obras durarán hasta mayo del próximo año, y ante una situación así solo caben dos salidas: el silencio y el sálvese quién pueda de los liberticidas, o la información y las ayudas que piden los comerciantes y que los socialistas apoyamos. En esto también hay antecedentes: los más recientes son los 500.000 euros de ayuda que ha aprobado la Comunidad de Madrid para los afectados de la línea 7B de San Fernando de Henares.
¿Por qué Madrid no tiene derecho? Para empezar, porque a diferencia del alcalde socialista de San Fernando, el señor Almeida calla ante la señora Ayuso. No vaya a ser que, por defender a estos vecinos, termine rodando su cabeza. También podría asumir esas ayudas el propio Ayuntamiento, como hizo en 2003 con el comercio de Gran Vía y Sol durante las obras de la estación de Cercanías. Con una salvedad: esas ayudas deben seguir un modelo que permita una gestión ágil, con declaración responsable, y de forma que el dinero esté ingresado en los bolsillos de los afectados en un plazo de diez días desde la solicitud.
Pueden hacer más, incluso: pueden bonificar el impuesto de actividades económicas, la tasa de terrazas, crear una ventanilla única para ayudarles con los trámites y poner carteles indicando los locales tras las obras. No basta con que la Junta de Distrito les reciba con buenas palabras y nulas acciones para que desde el Ayuntamiento se les diga que reclamen responsabilidad patrimonial a la Comunidad cuando todo termine; eso, si me permiten, es como un ajo y agua burocrático.
Hoy las obras se centran en Delicias, pero se irán extendiendo por todo el recorrido de la línea, arrasando a su paso con el comercio y los empleos de la zona, como una epidemia que se va a expandir por todo el sur y el este de Madrid, lastrando aún más nuestro ya frágil comercio de proximidad. Mientras Ayuso y Almeida se entretienen haciendo oposición a Pedro Sánchez y dejando a su suerte a la ciudad que les votó, parece que piensan que el destino de estos comercios ya estaba marcado a su fin.