la discapacidad auditiva llega a escena
Ni siquiera la manida expresión de ‘se abre el telón’ tiene hueco en esta experiencia. Los espectadores entramos al patio de butacas de teatro Quique San Francisco, en el madrileño barrio de Chamberí, y se encuentra el salón de la casa de Jaime. De momento no sabe todo eso, pero algo se intuye. Un sofá, una lámpara, dos puertas a ambos lados… Se baja la luz y una pantalla informa de que estamos en invierno. Muy abrigados, dos chicos entran, entre bromas, a la casa que ya hemos descubierto nada más pisar el teatro.
Jaime, el anfitrión, es oyente. Luis, invitado, es sordo. Y aquí comienza el juego. Con la idea de no caer en la condescendencia, los espectadores oyentes, al igual que el propio Jaime, tienen que tratar de entender a Luis, quien se comunica con lenguaje de signos y gestos cotidianos para hacerse entender.
Una situación que podría generar el pánico entre el patio de butacas, donde el espectador, que ha pagado religiosamente su entrada, no se está enterando de la mitad. Pero esa es la idea, es una decisión creativa de lo más premeditada. Así lo anuncia una voz en off al principio de la obra, para que nadie salga corriendo. Continúa la trama. Una vez presentados los personajes, una pantalla sobre el escenario subtitulará lo que queda de obra durante los 85 minutos restantes. Tras su paso por el Centro Dramático Nacional, Edgar Córcoles vuelve a poner en escena este proyecto de Roberto Pérez Toledo.
La obra
Manual básico de lengua de signos para romper corazones, escrita por Roberto Pérez Toledo, se presenta como un innovador espacio en el que la discapacidad y la accesibilidad no solo se incluyen, sino que son el motor de la narrativa. Concebida en lengua de signos y protagonizada por intérpretes sordos y oyentes, este montaje consigue hacer de la comunicación y sus barreras emocionales un tema universal.
El relato sigue la vida de un joven sordo en su búsqueda de amor y autoaceptación, quien usa, porque es su realidad, el lenguaje de signos para expresar las emociones que trascienden las palabras. Más allá de los obstáculos y limitaciones, la obra muestra cómo la comunidad sorda vive el amor y las relaciones, explorando la identidad a través de una serie de escenas frescas y llenas de humor.
La presencia de intérpretes oyentes que van aprendiendo la lengua de signos a lo largo de la representación permite al espectador oyente vivir una experiencia inmersiva que desafía sus nociones sobre la comunicación. La accesibilidad es la protagonista: la obra ha sido diseñada para ser comprendida sin barreras, lo que permite a personas sordas y oyentes compartir la misma experiencia emocional. En cada gesto y en cada silencio, Manual básico de lengua de signos para romper corazones celebra la diversidad, llevando al público a una reflexión profunda sobre el amor, la comunicación y el entendimiento de lo diferente.
La obra destaca como un ejemplo de inclusión en el teatro y abre puertas a nuevas formas de entender la discapacidad, con un público que, a través del teatro, aprende que las barreras existen solo si no se busca superarlas.
Roberto Pérez Toledo
Roberto Pérez Toledo, autor de la obra, fue su director hasta su fallecimiento. Ahora, un grupo de amigos, «después de un vermú de 14 horas», decidieron rescatar el libreto para llevarlo, de nuevo sobre los escenarios. Así habló Roberto sobre la obra antes de fallecer:
«Como parte de esa diversidad que es la vida misma, vuelvo a poner el foco en las discapacidades o capacidades diferentes (responsabilidad que además siento de modo intrínseco, como autor en silla de ruedas que soy), unidas en esta ocasión a la diversidad sexual.
El resultado es Manual básico de lengua de signos para romper corazones. Un paso adelante, ahora explorando las posibilidades del espacio teatral, en el que me reencuentro con dos personajes, los Lucho y Jaime de mi cortometraje Sí a todo, para seguir contando su historia tras su idílico comienzo.
Una historia en la que, formalmente, la lengua de signos cobra una fuerza esencial para hablar sobre identidades que se abrazan a los veintitantos años, sobre barreras y discapacidades visibles e invisibles y sobre el amor que se enfrenta al reto de sobrevivir al flechazo inconsciente».