Una medida de relativa gracia
El Parlamento pisó ayer el acelerador para tener la amnistía lista lo antes posible, casi como un regalo navideño para un Puigdemont que ayer mismo acusaba desde Bruselas a Sánchez poco menos de ser el Grinch, por incumplir sus tratos sobre el catalán en Europa. Fuera del debate sobre la legalidad, la sociedad se encuentra dividida ante una medida que se hace llamar de gracia, pero que no se la hace a un abultado porcentaje de la población. Lo que llama la atención es que su principal beneficiario sea el primero que se queja de su particular Papá Noel, en el mismo día que le concede su principal deseo.