POR ENCIMA DE LA CIUDAD, POR DEBAJO DE LAS ESTRELLAS de BARRY ADAMSON (LIBURUAK,2024)-Segunda parte
Estamos en el año de Orwell. 1984. Escucha el Diamond Dogs de Bowie. La canción, 1984. Y, mientras, están grabando Avalanche de Leonard Cohen con The Bad Seeds. Nick Cave registra From Her to Eternity. Londres. La fiebre de la cabina, el rincón de los diabéticos.
Y llega Blixa, con sus loops de temas clásicos de Elvis Presley. E interpretan In the guetto. En la cara A de su primer single de vinilo. No aparece en el disco, es el primer tema. Es 1984. Bowie, Leonard Cohen y Elvis Presley. Mil veces enganchado y mil veces dispuesto a soltarte, buitre. Y el buitre leyendo Yonqui de William Burroughs.
Y, el siguiente LP, es en Berlín. En los míticos Hansa Studios. Se veía el Muro desde la zona de grabación. Como Bowie, como Iggy, como Depeche Mode. En Berlín revistando, construyendo, imaginando a base de narcóticos y poesía la América imaginaria, The Firstborn Is Dead. El primero de los gemelos Presley nació muerto. Dos Elvis en el mundo. Tupelo y el blues de Blind Lemon Jefferson. La gran sala, la escasez de heroína que alumbró el ángel Brian Eno. La canción de John Lee Hooker, el Train Long suffering.
Mi amor, mi hermana, las piernas devoradas, la abstinencia, el camello, quiero de eso que tomas para no sufrir. El dólar, la hermana se marcha y él sigue en la telaraña del alacrán. En 1985, cuando el primero vuelva, cuando recuerde el Wanted Man grabado por Cash en el vinilo. En mi vinilo abría el directo de 1969, At San Quentin. Los dos, Dylan y Cash, cuando el mundo era joven. Escucha cómo el buitre me hace oír las melodías de John Coltrane, los solos de Giant Sleps.
En la calle, no hay nadie, todo el mundo parece colgado de las ramas, los árboles protegen, llega a casa de Nico, la casa de Nico en Manchester. En la tele están pasando a Gil Scott-Heron tocando The Bottle. Danny Bowens en el bajo. Nico, fuma, se chuta en el tobillo, Nico confunde a Barry con Danny. Nico y el buitre le pasan el mapa de Control Central. Control Central es un invento de William Burroughs e Ian Curtis, los dos lo vigilan. Hasta que alguien lo ingresa en un psiquiátrico por intento se suicido.
La rueda sigue. No es un encierro, es una broma. Nico, Bad Seeds, Rotterdam, amapola, Celia, una papela en Nueva York, el desierto de globos oculares de Japón. Las canciones de su vida, Fever y, claro, I Put a Spell on you de Screamin Jay Hakins. Australia, Berlín, Londres. Todo termina porque tiene que empezar. Graba su último LP, el disco de versiones Kicking Against the Pricks.
FM Einheit/Mufti de los le regala una cinta con Morricone, John Barry, Quincy Jones. Las bandas sonoras. No hay paz si tienes cerca a Kid Congo Powers armado. Así que mejor marchar de gira con los Gun Club y unirse a la banda respaldo de Iggy Pop cuando presenta su Blah Blah Blhah. En Berlín, la imagen es los Bad Seed mirando arrobados el bolo de Iggy. El pasajero. El hombre. Bowie mira sus botas mientras toca The Passenger
Sigue la gira con Iggy. Escapan a ver a Curtis Mayfield. ¿Qué tocó, pregunta la iguana? Todas las buenas. ¿Qué tocamos en el bis, Iggy? Dog/Fun/Eye. El punk y el rock en tres palabras. Resumen del amor por la música.
Barry sigue contemplando a los maestros de las cuatro cuerdas: Tina Weymouth de Talking Heads y Larry de Sly&The Family Stone. Y piensa en abrirse hacia nuevas opciones. Habla con Daniel Miller de Mute Records, el sello de los Bad Seeds. Firma un contrato editorial y con el adelanto se compra un sampler, uno de los primeros: el teclado Ensoniq Mirage. Una orquesta en sus manos. 8 bits, como una consola de videojuegos, un sampler que tiene la potencia de la Sega Master System.
Pero con un poco de creatividad, cintas de casete, pistas sobre pistas con una grabadora, un loro, empieza a trabajar en ambientes y atmósferas. Su primer trabajo The Last of England de Derek Jarman.
La familia se deshace, muerte de la hermana, muerte lenta del padre. Antes de llegar, antes del fin, se retrasa para comprar heroína. Compra muerte y, cuando llega, la muerte ya ha llegado. Piensa en el hombre del brazo de oro. ¿Recuerdas, Octavio? Recuerdo el deuvedé en un cartoné. Recuerdo a Sinatra temblando por la abstinencia mientras trata de seguir el ritmo de la batería. Recuerdo cómo me explicó el pintor Luis Díez que la portada de ‘El hombre que casi conoció a Michi Panero’ era un guiño al cartel de la película.
Graba, revisa la melodía, busca y encuentra. Ese será un primer sencillo como solista. Barry ha dejado de ser un músico de sesión, ahora es solista y compositor. Y colabora con gente subterránea tras la salida de los Bad Seeds: Mick Harvey, Kid Congo Powers, Anita Lane, Rowland S. Howard, Marcia Schofield de The Fall o Minnie Driver para la imagen.
En noviembre de 1988 mientras Nick Cave sale de un centro de desintoxicación es Barry quien entra. Los noventa será complejos. Da igual. La jeringa siempre está por Sheperd´s Bush. Y el buitre. Celia y Anita Lane le animan para que hable con Cave. Cuando acude al estudio están grabando Helpless de Neil Young. Parece una premonición. Como que le escriba Hubert Selby Jr para decirle lo que le gusta su música. Moss Side Story será su salvación. Se evapora el Control Central, el buitre agoniza.
Vuelvo a encontrarme con Barry el día que compro el vinilo de Push the sky away. Y el directo en KRW. Ahí, detrás del órgano, se junta con sus viejos colegas de los Bad Seeds. Barry en el mejor LP de Nick Cave. Para mí, claro. Es el retorno. Y escucho su disco, Cult to Black. Me emociona.
Me emociona. Barry vio a Ziggy, estuvo en la explosión punk, fue parte del sonido Madchester, fundó los Bad Seeds, estuvo de gira con Iggy Pop, Berlín, Australia, Londres. ¿Qué más quieres? Seguir escuchando su música, solo o en compañía de otros. Un libro brutal.
