El mote que lanzaron a Raquel Martos por la calle y todo lo que significa

 El mote que lanzaron a Raquel Martos por la calle y todo lo que significa


«Voy caminando un poco tristona por cosas… Pasa una chica que lleva del brazo a un señor -al que es clavada, supongo que es su padre- con un carrito de oxígeno. Ella me dice muy sonriente: ¡Hola, Raquel! Y dice él: ¡Anda, La Fluza!. Y me tira un beso. Estos cariños me dan la vida», escribe Raquel Martos en su perfil de la red social que seguimos llamando Twitter. Hay afectos inesperados que siempre merecen ser compartidos.

Antes, nos solíamos quedar con motes faltones que provocaban la perturbadora risa de la mofa. Aquellos que intentaban hacer daño a golpe de abrazafarolas o maricomplejines. Pero luego están los motes que nos dan la vida porque son como un abrazo. Aunque nadie nos toque. Son los apodos que surgen del cariño espontáneo, ese que no hace ruido pero que cala hondo.

Raquel Martos es La Fluza para el señor paseante. Raquel Martos incluso despertó un ¡hola! automático en su compañera de camino. Como si se conocieran de siempre. Aunque nunca antes se habían visto en persona. Ahí surge la diferencia entre una presentadora y una comunicadora. Las presentadoras hablan a cámara, las comunicadoras crean un vínculo de ida y vuelta. Raquel lo consigue. Da igual que sea humanizando el guion de El Condesador de Fluzo de La 2 que sacando punta a un reportaje de Ahora o nunca, que acaba en La 1. 

En todos sus trabajos, se nota el poso que hay detrás como guionista, como creativa, como comunicadora. Tanta radio, tanta tele y tanta mirada al mundo hay detrás.

Y, claro, el espectador conecta. Siente esa trastienda. Siente que Raquel Martos es de su barrio. Aunque vivan en ciudades distintas. Es el superpoder de la tele que, en cambio, es tan difícil que cuaje hoy entre tanto impacto audiovisual que recibimos. No tenemos ni siquiera tiempo para conocer, pero hay personas en el oficio de los medios de comunicación con las que nos seguimos sintiendo reconocidos. Son casa. Son ingenio. Son sonrisa cómplice. Son cercanía. Y, entonces, no puedes evitar lanzar un ¡Hola! cuando la casualidad te cruza con ellas. Porque intuyes que recibirás respuesta, porque sabes que Raquel, La Fluza, es una de las nuestras.



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