Me gusta la gente que no agacha la cabeza
En el salón Real del Hotel Ritz de Madrid, un incesante desfile de trajes de chaqueta esperaba este lunes la llegada de Nicolas Sarkozy. El expresidente francés presentaba su segundo libro de memorias, Los años de las luchas, en el que repasa en profundidad su mandato en Francia (2007-2012), además de los conflictos bélicos actuales como la guerra entre Israel y Hamás, la política actual o su relación con la famosa cantante Carla Bruni.
Minutos antes de su llegada, una flota de coches de la Comunidad de Madrid y un elenco de guardias de seguridad aguardaban la aparición estelar del político francés, que tuvo que enfrentarse a decenas de fotógrafos en su periplo por dar a conocer su nuevo tomo, presentado por la periodista Ana Blanco.
Bajo la atención de Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez Almeida y José María Aznar, al que califica como «gran amigo», el exlíder francés alabó la figura del expresidente del Gobierno y, sobre todo, de la presidenta de la Comunidad de Madrid. «Me gustan los luchadores y en la política no es donde hay que luchar, sino en la vida», comenzó su intervención mirando a Ayuso fijamente. «Me gusta la gente que no agacha la cabeza, muchos de los que se creen que hacen política no han entendido que el secreto es la verticalidad: un jefe, un programa y un equipo».
En este sentido y siempre hablando de la política, Sarkozy no dudó en poner de manifiesto que «España es fuerte cuando está unida, la España dividida será débil». «El gran proyecto que hace falta es federar. La política será efectiva si se ven las cosas con altura de miras», añadió. Además, entre coletillas y bromas sobre los socialistas franceses, Sarkozy ha reiterado que «lo que legitima un gran sueño es estar dispuesto a pagar un gran precio«.
El expresidente galo también criticó las medidas laborales del Gobierno de coalición. «Nosotros hemos experimentado las jornadas de 35 horas y todavía no nos hemos recuperado. El teletrabajo es televisión, no es trabajo», afirmó. «Olvidamos en Europa que si trabajamos menos que los demás, ganamos menos, si no combatimos por nuestra seguridad nadie lo hará por nosotros. Miramos mucho al pasado y hemos olvidado trabajar para el futuro, tenemos que despertar ya«, continuó.
«Los nazis no eran árabes»
El exlíder francés, nieto de un judío que se convirtió al catolicismo y exmarido de una judía sefardita, hizo igualmente un repaso por los actuales conflictos y no dudo en dar su opinión sobre la guerra entre Israel y Hamás. «Auschwitz no está en Oriente Medio, está en Europa. El genocidio judío ocurrió en el siglo XX, en Europa y llevado a cabo por europeos. Los nazis no eran árabes«, reconoció. «Esta situación crea una obligación moral a los europeos. No podemos aceptar que Israel pueda desaparecer. No hay razones políticas, sencillamente son razones morales. No aceptaré nunca que sea quien sea cuestione la existencia de Israel«, recalcó. «Porque defienda la existencia de Israel no quiere decir que defienda a [Benjamin] Netanyahu«, recalcó.
Sarkozy dejó entrever que la ONU «ya no existe», que está desactualizada y que «cuando creó el Consejo de Seguridad con los miembros permanentes había la mitad de habitantes que ahora». En ese sentido, dejó claro que «Jerusalén es la capital de tres religiones» y que hay que crear un nuevo Consejo de Seguridad en las Naciones Unidas para atajar estos conflictos. «Europa tiene que ser portadora de un nuevo proyecto de arquitectura multilateral».
El francés habló también de la guerra entre Rusia y Ucrania. Sarkozy dijo que para hablar del presidente de Rusia, Vladímir Putin, hay que conocerle. «Cuando se le conoce se puede hablar con él», sentenció, a la vez que contaba cuando en 2008 Rusia decidió enviar carros de combate a Georgia. «Putin se equivocó con Georgia y se equivocó con Ucrania, pero no se puede arreglar un problema sin hablar con el adversario», apuntó. «No se puede encontrar una solución haciéndose el listo en la tele», agregó, haciendo referencia al líder ucraniano, Volodímir Zelenski. «Esta guerra es inútil y tiene que parar y Ucrania no debe integrarse en la OTAN», manifestó.
«Nací para la política»
El expolítico francés contó además de sus vivencias en los últimos tres años de política con fascinación, como aquel que cae por suerte en un sitio sin proponérselo. «No elegí la política, nací para ella», reconoció ante el salón abarrotado. «La primera reunión política en la que quise participar no me dejaron entrar, me quedé en la acera, me hicieron un favor muy grande, tenía tanta rabia que me prometí que un día estaría en el escenario«, apuntó.
Y sí que llegó. Durante cinco años, Sarkozy se reunió con líderes de todo el mundo como presidente de su país. El chico que venía de una familia humilde, madre soltera y que no tenía padrinos, presidió Francia, con lo que eso conlleva. «Cuando nací entendí que había nacido en un río muy pequeño, con una caña de pescar muy pequeña, solo había peces pequeños y soñaba con grandes tiburones. Cómo voy a salir de esto, cómo voy a quitarme el aburrimiento… no hay un centímetro de mi piel que no lleve cicatrices, pero la lucha te lo permite todo», señaló en referencia a si sus años como político fueron complicados.
«Me llamo Sarkozy, un apellido raro en mi país, y subí a lo más alto. No tenía relaciones, ni dinero… era diferente de los demás. La única forma de vivir es luchar. La felicidad nunca está en las adversidades que evitamos, sino en las que superamos. Seamos quienes seamos, tenemos que luchar», aseveró. «Hay que renacer hasta el final, como si fuéramos eternos», agregó.
Sarkozy compartió también momentos de su relación simbiótica con la excanciller Angela Merkel y dio su opinión sobre el expresidente de EEUU Barack Obama. «Era tan frío y estaba tan preocupado por su imagen que me decepcionó», señaló. «No creo en la imagen, creo en la solidez de las convicciones».
El expresidente, durante varios momentos de su intervención, no dudó en hacer un gran alegato de la cultura y confesó que cada día lee 50 páginas de un libro. Además, quiso unir España y Francia a través del arte. «Entre España y Francia hay una comunidad, una relación con el arte, la pintura, la música, somos países que necesitamos nuestra cultura para existir y respirar. Lo veo cuando voy al Museo del Prado o paseo por Madrid. Tenemos una relación con al arte que es la misma».